La revista digital de actualidad, histórico-literaria Atienza de los Juglares , en su edición número 6 de septiembre 2009, T. Gismera, hace una interesante recopilación de los datos historicos de Alpedroches.
Alpedroches es uno de esos pueblos de la comarca de Atienza a los que la emigración de mediada la década de 1950, dejó prácticamente despoblado.
Sus cerca de 200 habitantes de comienzos del siglo XX se redujeron a 10 a final del siglo.
Unido desde su fundación, en torno al siglo XII, a la historia de la villa de Atienza, perteneció a su Común de Villa y Tierra, Señorío y Jurisdicción, siendo en la actualidad uno de los municipios anexionados al Ayuntamiento atencino. Perteneció hasta 1833, como gran parte de la comarca, a la provincia de Soria y Diócesis de Sigüenza.
Como una gran parte de los pueblos que conforman hoy la serranía de Atienza, las tierras de Alpedroches, junto a las de los pueblos vecinos, fueron segregadas del Común de Atienza para ser entregadas a Iñigo López de Orozco. En 1375 heredaría estas tierras su hija María, a través de la cual pasarían al ducado de Medinaceli, para volver al de los Mendoza muy poco tiempo después, a través del matrimonio entre una de las hijas del duque de Medinaceli, y uno de los hijos del Cardenal Mendoza. Terminaron estos lugares, tras su paso por el señorío de la Princesa de Eboli, en la Casa ducal del Infantado, y por herencia, en sus distintos mayorazgos.
No son demasiados los documentos que se conservan sobre su historia. Si que pueden consultarse las respuestas generales del Catastro de Ensenada, donde hallaremos los apellidos ilustres que poblaron la zona: Recacha, Mendoza, Noguerales y tantos más, así como los datos de cómo era.
Dicha información catastral se llevó a cabo en Alpedroches el 9 de octubre de 1752, y de su información podemos obtener algunos datos curiosos, como que el pueblo pertenecía entonces a la jurisdicción de Paredes, así como al señorío del conde de Coruña, conde igualmente de Paredes, residente en la villa y corte de Madrid, recibiendo por sus derechos veinte reales de vellón al año.
Que en su término se producía trigo, cebada, avena y centeno, además de gran cantidad de heno, empleado en su cabaña ganadera: 658 ovejas, 280 carneros, 29 cabras, 33 novillos y novillas, 29 vacas, 36 bueyes, 35 mulas, 34 asnos y 22 cerdos grandes y chicos.
De sus campos viven 26 labradores, el cura don Manuel “Luzava o Luvaza”, y una viuda; en 27 casas. También hay cinco pajares, 16 cobertizos para el ganado y 1 horno comunal donde cocer el pan.
A través del documento conocemos que, aparte de diezmos a la iglesia local y seguntina, de las tercias al conde de Coruña, así como de otros gastos del rey, el pueblo de Alpedroches todavía continuaba pagando algunos derechos a la entonces duquesa del Infantado por importe de 48 reales; que por los derechos instituidos por los Reyes Católicos pagaban a los franciscanos de Atienza 150 reales; 30 más para el sostenimiento de los Santos Lugares de Jerusalén, y 2 reales anuales a la Virgen de la Misericordia de Zaragoza, para redención de cautivos.
Que en el pueblo no había otra industria que la artesanal propia de sus vecinos, y tres colmenas, propiedad de Francisco Caso que le producían en miel y cera seis reales al año. No hay pobres y sus gentes viven cómodamente de las 1200 fanegas de tierra que componen su término “sesenta fanegas más o menos”, en las que se integran dos dehesas boyales. Y que las medidas son, más o menos, las mismas que en cualquier otro lugar: marco real, fanega, diez celemines, y costadal de diez pies.
A través del nomenclátor de la Diócesis de Sigüenza, conocemos el pueblo en 1886:
Este pueblo, que está situado al S. sobre una pequeña lastra, cercado de huertos, prados y arboledas, dista cinco leguas de Sigüenza; doce de Guadalajara, su capital; una de Atienza, su partido judicial, y veintidós de Madrid, su audiencia antigua y capitanía general. Tiene unos 60 vecinos, escuela dotada con 186 pesetas 25 céntimos, una Iglesia parroquial, rural de primera clase, dedicada a la Asunción de Nuestra Señora y casa rectoral y huerta propia del curato. Su clima batido del viento N. es sano y frío: en lo más elevado de la población, hay una fuente no muy abundante, pero de buenas aguas, de que se surten los vecinos para sus usos,: y la sobrante, va a regar algunos huertos, aunque estos tienen pozo casi todos. Confina el término, con los de Tordelloso, Cañarnares, Atienza, Miedes, y el despoblado de Matamala. Produce granos, legumbres, hortalizas, cáñamos y minas de plata. Atienza, es su arciprestazgo, y su centro de Conferencias, donde concurre con Casillas, Cañamares, La Mimosa, La Bodéra, Riofrio, Cercadillo y Prádena. Sigüenza, es su audiencia de inscripción.
A medio camino entre la villa de Atienza y la de Miedes, en la puerta de la Serranía, queda su caserío, en su mayor parte rehabilitado en los últimos años, ligeramente oculto por la arboleda.
Tal vez, lo más llamativo de la población, cuya arquitectura perteneció a la popular serrana común en la comarca, en la que se mezcló la pizarra con la mampostería, sea su iglesia.
La iglesia es del siglo XVI, reformada en el XVIII. Compuesta por muros de sillería y cadenas de sillares, con la portada, con puerta en arco, al lado de la Epístola, mantiene la estructura original del siglo XVI, arco y compás con zapatas de madera y pilares en piedra. Con torre-espadaña en la cabecera, levantada en mampostería y sillarejo.
El interior lo componen dos naves, con pilares octogonales de basa cuadrada y arquería de medio punto, al igual que el arco triunfal o de gloria. La nave central cubierta de madera a dos vertientes, y la lateral a una sola.
El presbiterio con cubierta de cúpula de media naranja sobre pechinas, y con decoración en sus paredes, a base de restos de yeserías del siglo XVIII. La Capilla de la Pila está cubierta de bovedillas entre vigas, conservando la pila bautismal con decoración de puntas y arcos, y la sacristía mantiene una estructura similar, lo que evidencia las obras de reciente consolidación.
Coro alto, a los pies, sobre viguería de madera tallada, y perteneciente, como la mayor parte de la iglesia, al siglo XVI.
En el lado del Evangelio todavía puede apreciarse el hueco vacío de un retablo desaparecido, y sobre nicho, restos de pinturas que pertenecen al siglo XVIII. Mantiene un retablo barroco del XVIII albergándose en él un Cristo de mediano tamaño, junto a las imágenes de la Virgen y San Juan, con dos ángeles que parecen custodiar al conjunto, perteneciente al siglo XVIII.
La capilla Mayor conserva un gran retablo, igualmente barroco, con algunas esculturas modernas, la Virgen junto a los ángeles, San Pedro, San Pablo y Cristo en la Cruz.
Al lado de la Epístola todavía se conserva un altarcito moderno con una pequeña talla de San Isidro Labrador, con factura de mediados del siglo XX, junto a una pintura representando a San Roque y dos pequeñas y modernas tallas de la Virgen del Puente junto a San José y el Niño.
Alpedroches contaba igualmente con varias ermitas, una de ellas situada a medio camino entre la población y la villa de Atienza a la que, conforme cuenta la tradición, acudían atencinos y naturales de Alpedroches, la semana siguiente ala Pascua de Pentecostés, estaba dedicada a “la Virgen de Pentecostés”.
Poco es que lo que refleja la historia de la comarca en cuanto se refiere a la población; no obstante, si podemos decir que pasó a la historia de la novela costumbrista del siglo XIX a través de la obra de Benito Pérez Galdós y sus “Episodios Nacionales”,en los que, en repetidas ocasiones, se nombra al pueblo de Alpedroches, así como a algunos de sus vecinos, a los que, en el costumbrismo comarcal, se les daba el apelativo de “alforjeros”, en referencia a una de las industrias familiares que a lo largo de los siglos distinguieron a algunas de sus familias que se dedicaron a la confección de alforjas, sacos para transportar el grano, así como mantas y capas pastoriles que tradicionalmente se vendían en los mercados de la comarca, Atienza, Berlanga, Almazán, Ayllón o Sigüenza.
“-Caridad es, sí señora, y soy el primero en alabar el rasgo; pero fíjense en una cosa: para todos los gastos del viaje a Cogolludo y retorno, y el costerío de médicos y medicinas, vendió el sabio por poco más de un pedazo de pan sus tierras de Cincovillas. ¿Y todo para qué? Para que la Bibiana se pusiese buena. Buena que estuvo la condenada, le faltó tiempo para fugarse con el barbero de Zorita de los Canes... ¿Y Miedes? Pues emborronando una resma de papel para demostrar... allá lo mandó a la Academia de la Historia... para demostrar que el llamado García Eneco, yerno de Isur o Suero, y muerto en la batalla de Albelda, no es Íñigo Arista, primer caudillo de los navarros, sino... qué sé yo, el demonio coronado. Para no cansar a ustedes, ¿saben de qué gentuza se nos apiada hoy D. Ventura? ¡Ay! estos son otros Sueros, otros celtíberos o de la familia del propio Túbal, el primer vecino de España. ¿Se acuerda usted, Doña Librada, de aquel Jerónimo Ansúrez, que llegó acá de la parte de Sacedón hará diez o más años, tomó en renta las tierras de los Garcías del Amo en Alpedroches, y unas veces por poca suerte y asolación de sequías y pedriscos, otras por mal arreglo, vino a la ruina, y anduvo en justicia, los hijos se le desmandaron, y uno de ellos dio muerte al molinero de Palmaces?
-¡Ah! sí, ya me acuerdo... ¡Ansúrez! Llamábanle el alforjero, que este es el mote que aquí damos a los de Alpedroches... Ya recuerdo... Y el hombre tenía lo que llaman ilustración, o un atisbo de ella. Se expresaba con donaire y daba gusto oírle”.
Benito Pérez Galdós, quien durante algunas temporadas vivió en la villa de Atienza y recorrió la comarca, tomó datos de personajes, así como de los apelativos de la zona, de un atencino, Guillermo Yangüela, quien, entre otros, le sirvió de guía y es el autor del poemita “Aunque me peguen”, escrito en 1899:
Alpedroches es uno de esos pueblos de la comarca de Atienza a los que la emigración de mediada la década de 1950, dejó prácticamente despoblado.
Sus cerca de 200 habitantes de comienzos del siglo XX se redujeron a 10 a final del siglo.
Unido desde su fundación, en torno al siglo XII, a la historia de la villa de Atienza, perteneció a su Común de Villa y Tierra, Señorío y Jurisdicción, siendo en la actualidad uno de los municipios anexionados al Ayuntamiento atencino. Perteneció hasta 1833, como gran parte de la comarca, a la provincia de Soria y Diócesis de Sigüenza.
Como una gran parte de los pueblos que conforman hoy la serranía de Atienza, las tierras de Alpedroches, junto a las de los pueblos vecinos, fueron segregadas del Común de Atienza para ser entregadas a Iñigo López de Orozco. En 1375 heredaría estas tierras su hija María, a través de la cual pasarían al ducado de Medinaceli, para volver al de los Mendoza muy poco tiempo después, a través del matrimonio entre una de las hijas del duque de Medinaceli, y uno de los hijos del Cardenal Mendoza. Terminaron estos lugares, tras su paso por el señorío de la Princesa de Eboli, en la Casa ducal del Infantado, y por herencia, en sus distintos mayorazgos.
No son demasiados los documentos que se conservan sobre su historia. Si que pueden consultarse las respuestas generales del Catastro de Ensenada, donde hallaremos los apellidos ilustres que poblaron la zona: Recacha, Mendoza, Noguerales y tantos más, así como los datos de cómo era.
Dicha información catastral se llevó a cabo en Alpedroches el 9 de octubre de 1752, y de su información podemos obtener algunos datos curiosos, como que el pueblo pertenecía entonces a la jurisdicción de Paredes, así como al señorío del conde de Coruña, conde igualmente de Paredes, residente en la villa y corte de Madrid, recibiendo por sus derechos veinte reales de vellón al año.
Que en su término se producía trigo, cebada, avena y centeno, además de gran cantidad de heno, empleado en su cabaña ganadera: 658 ovejas, 280 carneros, 29 cabras, 33 novillos y novillas, 29 vacas, 36 bueyes, 35 mulas, 34 asnos y 22 cerdos grandes y chicos.
De sus campos viven 26 labradores, el cura don Manuel “Luzava o Luvaza”, y una viuda; en 27 casas. También hay cinco pajares, 16 cobertizos para el ganado y 1 horno comunal donde cocer el pan.
A través del documento conocemos que, aparte de diezmos a la iglesia local y seguntina, de las tercias al conde de Coruña, así como de otros gastos del rey, el pueblo de Alpedroches todavía continuaba pagando algunos derechos a la entonces duquesa del Infantado por importe de 48 reales; que por los derechos instituidos por los Reyes Católicos pagaban a los franciscanos de Atienza 150 reales; 30 más para el sostenimiento de los Santos Lugares de Jerusalén, y 2 reales anuales a la Virgen de la Misericordia de Zaragoza, para redención de cautivos.
Que en el pueblo no había otra industria que la artesanal propia de sus vecinos, y tres colmenas, propiedad de Francisco Caso que le producían en miel y cera seis reales al año. No hay pobres y sus gentes viven cómodamente de las 1200 fanegas de tierra que componen su término “sesenta fanegas más o menos”, en las que se integran dos dehesas boyales. Y que las medidas son, más o menos, las mismas que en cualquier otro lugar: marco real, fanega, diez celemines, y costadal de diez pies.
A través del nomenclátor de la Diócesis de Sigüenza, conocemos el pueblo en 1886:
Este pueblo, que está situado al S. sobre una pequeña lastra, cercado de huertos, prados y arboledas, dista cinco leguas de Sigüenza; doce de Guadalajara, su capital; una de Atienza, su partido judicial, y veintidós de Madrid, su audiencia antigua y capitanía general. Tiene unos 60 vecinos, escuela dotada con 186 pesetas 25 céntimos, una Iglesia parroquial, rural de primera clase, dedicada a la Asunción de Nuestra Señora y casa rectoral y huerta propia del curato. Su clima batido del viento N. es sano y frío: en lo más elevado de la población, hay una fuente no muy abundante, pero de buenas aguas, de que se surten los vecinos para sus usos,: y la sobrante, va a regar algunos huertos, aunque estos tienen pozo casi todos. Confina el término, con los de Tordelloso, Cañarnares, Atienza, Miedes, y el despoblado de Matamala. Produce granos, legumbres, hortalizas, cáñamos y minas de plata. Atienza, es su arciprestazgo, y su centro de Conferencias, donde concurre con Casillas, Cañamares, La Mimosa, La Bodéra, Riofrio, Cercadillo y Prádena. Sigüenza, es su audiencia de inscripción.
A medio camino entre la villa de Atienza y la de Miedes, en la puerta de la Serranía, queda su caserío, en su mayor parte rehabilitado en los últimos años, ligeramente oculto por la arboleda.
Tal vez, lo más llamativo de la población, cuya arquitectura perteneció a la popular serrana común en la comarca, en la que se mezcló la pizarra con la mampostería, sea su iglesia.
La iglesia es del siglo XVI, reformada en el XVIII. Compuesta por muros de sillería y cadenas de sillares, con la portada, con puerta en arco, al lado de la Epístola, mantiene la estructura original del siglo XVI, arco y compás con zapatas de madera y pilares en piedra. Con torre-espadaña en la cabecera, levantada en mampostería y sillarejo.
El interior lo componen dos naves, con pilares octogonales de basa cuadrada y arquería de medio punto, al igual que el arco triunfal o de gloria. La nave central cubierta de madera a dos vertientes, y la lateral a una sola.
El presbiterio con cubierta de cúpula de media naranja sobre pechinas, y con decoración en sus paredes, a base de restos de yeserías del siglo XVIII. La Capilla de la Pila está cubierta de bovedillas entre vigas, conservando la pila bautismal con decoración de puntas y arcos, y la sacristía mantiene una estructura similar, lo que evidencia las obras de reciente consolidación.
Coro alto, a los pies, sobre viguería de madera tallada, y perteneciente, como la mayor parte de la iglesia, al siglo XVI.
En el lado del Evangelio todavía puede apreciarse el hueco vacío de un retablo desaparecido, y sobre nicho, restos de pinturas que pertenecen al siglo XVIII. Mantiene un retablo barroco del XVIII albergándose en él un Cristo de mediano tamaño, junto a las imágenes de la Virgen y San Juan, con dos ángeles que parecen custodiar al conjunto, perteneciente al siglo XVIII.
La capilla Mayor conserva un gran retablo, igualmente barroco, con algunas esculturas modernas, la Virgen junto a los ángeles, San Pedro, San Pablo y Cristo en la Cruz.
Al lado de la Epístola todavía se conserva un altarcito moderno con una pequeña talla de San Isidro Labrador, con factura de mediados del siglo XX, junto a una pintura representando a San Roque y dos pequeñas y modernas tallas de la Virgen del Puente junto a San José y el Niño.
Alpedroches contaba igualmente con varias ermitas, una de ellas situada a medio camino entre la población y la villa de Atienza a la que, conforme cuenta la tradición, acudían atencinos y naturales de Alpedroches, la semana siguiente ala Pascua de Pentecostés, estaba dedicada a “la Virgen de Pentecostés”.
Poco es que lo que refleja la historia de la comarca en cuanto se refiere a la población; no obstante, si podemos decir que pasó a la historia de la novela costumbrista del siglo XIX a través de la obra de Benito Pérez Galdós y sus “Episodios Nacionales”,en los que, en repetidas ocasiones, se nombra al pueblo de Alpedroches, así como a algunos de sus vecinos, a los que, en el costumbrismo comarcal, se les daba el apelativo de “alforjeros”, en referencia a una de las industrias familiares que a lo largo de los siglos distinguieron a algunas de sus familias que se dedicaron a la confección de alforjas, sacos para transportar el grano, así como mantas y capas pastoriles que tradicionalmente se vendían en los mercados de la comarca, Atienza, Berlanga, Almazán, Ayllón o Sigüenza.
“-Caridad es, sí señora, y soy el primero en alabar el rasgo; pero fíjense en una cosa: para todos los gastos del viaje a Cogolludo y retorno, y el costerío de médicos y medicinas, vendió el sabio por poco más de un pedazo de pan sus tierras de Cincovillas. ¿Y todo para qué? Para que la Bibiana se pusiese buena. Buena que estuvo la condenada, le faltó tiempo para fugarse con el barbero de Zorita de los Canes... ¿Y Miedes? Pues emborronando una resma de papel para demostrar... allá lo mandó a la Academia de la Historia... para demostrar que el llamado García Eneco, yerno de Isur o Suero, y muerto en la batalla de Albelda, no es Íñigo Arista, primer caudillo de los navarros, sino... qué sé yo, el demonio coronado. Para no cansar a ustedes, ¿saben de qué gentuza se nos apiada hoy D. Ventura? ¡Ay! estos son otros Sueros, otros celtíberos o de la familia del propio Túbal, el primer vecino de España. ¿Se acuerda usted, Doña Librada, de aquel Jerónimo Ansúrez, que llegó acá de la parte de Sacedón hará diez o más años, tomó en renta las tierras de los Garcías del Amo en Alpedroches, y unas veces por poca suerte y asolación de sequías y pedriscos, otras por mal arreglo, vino a la ruina, y anduvo en justicia, los hijos se le desmandaron, y uno de ellos dio muerte al molinero de Palmaces?
-¡Ah! sí, ya me acuerdo... ¡Ansúrez! Llamábanle el alforjero, que este es el mote que aquí damos a los de Alpedroches... Ya recuerdo... Y el hombre tenía lo que llaman ilustración, o un atisbo de ella. Se expresaba con donaire y daba gusto oírle”.
Benito Pérez Galdós, quien durante algunas temporadas vivió en la villa de Atienza y recorrió la comarca, tomó datos de personajes, así como de los apelativos de la zona, de un atencino, Guillermo Yangüela, quien, entre otros, le sirvió de guía y es el autor del poemita “Aunque me peguen”, escrito en 1899:
Es un hecho bien patente,
que hace muchísimos años,
y en todas partes los pueblos,
que se encuentran colindando,
mutuamente se motejan,
con los apodos más raros….
De Alpedroches, alforjeros,
Tordelloso, toledanos,
Congostrina, cardadores,
Casillas, los casillanos.
Los de Madrigal, bubillos,
los de Santamera, grajos,…
que hace muchísimos años,
y en todas partes los pueblos,
que se encuentran colindando,
mutuamente se motejan,
con los apodos más raros….
De Alpedroches, alforjeros,
Tordelloso, toledanos,
Congostrina, cardadores,
Casillas, los casillanos.
Los de Madrigal, bubillos,
los de Santamera, grajos,…
3 comentarios:
Muy interesante, creo que es la primera ves que se ofrecen este tipo de datos sobre nuestro pueblo, enhorabuena al autor del trabajo, y a Agueda por colgar esta interesante revista en tu blog.
Anonimo, ¿crees que podrias aportarnos mas datos sobre el pueblo?
Es decir, colaborar en la elaboracion de contenidos. Veo que eres buen lector, y que tienes buen gusto...¿colaboras?
Qué ven nuestros ojos el Alcalde contestando a un Anónimo, manteniendo esa postura inflexible de no manifestarse. No sé, pero decir una cosa y luego hacer otra resta credibilidad, y lo digo basandome en realidades y no en descalificaciones.
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