(Fuente José Luis García de Paz . para Arriaca)
Dijo un escritor que la ciudad de Sigüenza está hecha "de piedras y de leyendas". He estado en Sigüenza en primavera, en verano o en invierno. La excursión que relato fue realizada en un frío día a finales de mayo.
Casi todos los visitantes se desvían de la N-II poco después del "Área 103", cogiendo una buena carretera que por Mandayona llega a Sigüenza. Nosotros lo haremos un poco más adelante, por un desvío situado a unos 20 km y en el que también se indica la dirección hacia Sigüenza. Esta carretera está en peor estado, pero en apenas una decena de kilómetros llegaremos a un monumento de piedra en forma de arco situado a su izquierda, con una suficiente zona para aparcar allí. El monumento esta dedicado a Félix Rodríguez de la Fuente, naturalista y pionero de la conservación de la naturaleza en España. En estos lugares filmó gran parte de su serie "El Hombre y la Tierra.
Desde el monumento se ve abajo el majestuoso barranco con la hoz del río Dulce y, enfrente algo a la izquierda, la cascada del Gollorio, cuya agua que puede casi desaparecer en verano. El frío quita la idea de bajar por el sendero hacia el río, por lo que seguimos en coche y un poco adelante cogemos el desvío a la izquierda que marca la carretera hacia Pelegrina. Al poco vemos a lo lejos este lugar y su castillo. Hay quien dice que Pelegrina es la capital del río Dulce, río llamado así porque sus aguas tienen poca mineralización comparada con otros ríos de la comarca.
No es nuestro objetivo, este viaje, recorrer la arbolada hoz del río Dulce, visitar con detalle Pelegrina y comer en sus bellos paisajes. Pero merecería la pena venir un día a gozar de su naturaleza. Se puede aparcar a la entrada del lugar y, caminando, visitar su pequeña iglesia parroquial con su bella puerta románica y su espadaña. Al estar cerrada, no pudimos ver el retablo. Subimos al castillo, a pesar del frío. Destrozado por los franceses en 1811, actualmente su estado ruinoso da pena.
Volvemos con el coche por el camino de llegada tomando rumbo a Sigüenza y, siguiendo las indicaciones, estamos allí tras recorrer apenas 8 km. Lo primero que destaca al llegar a Sigüenza es la vista de su castillo en lo alto, y luego de la catedral, cuyas torres semejan las de otro castillo en la falda de la colina a la izquierda.
Las leyendas e historias de Sigüenza hablan de los judíos que en ella se asentaron, la prisionera doña Blanca de Borbón, el culto y guerrero Doncel, su familia y su hija, la lechuza sabia de su universidad o el túnel que desde la catedral llegaba hasta el pozo del castillo y permitía refugiarse en él al obispo. En la historia de la antigua Sigüenza pasa como en Toledo, que no se habla de lo que sucediera durante el reinado de un determinado rey, sino en los "tiempos de tal obispo".
Al llegar cogemos la calle de Villaviciosa, a cuya derecha está la antigua Universidad, y subimos con el coche por la calle principal, llamada del Cardenal Mendoza. Hace cuesta y desemboca en la Catedral. Es el momento de encontrar aparcamiento, bien antes de llegar a la inmediata plaza Mayor o bien pasado el arco de la "puerta del toril". Otra posibilidad es aparcar alrededor del paseo de La Alameda, al que se puede llegar cuesta abajo desde la catedral por la calle Medina. En todo caso, habrá que ir a este paseo para visitar la oficina municipal de turismo que está en la ermita del Humilladero, y proveerse un mapa y horarios de visita. Evidentemente, esto no es necesario si lo tuviéramos impreso desde la dirección http://www.siguenza.com/ .
No visitamos ahora la catedral, pues es cuando lo hacen las excursiones que vienen en autocar. Ya que estas siguen luego hacia Atienza u otros lugares, y como el día es largo, la veremos por la tarde. En todo caso conviene comprobar los horarios de tarde de las visitas guiadas, que salen de la capilla del Doncel, fácilmente localizable en el brazo derecho del crucero.
Al llegar cogemos la calle de Villaviciosa, a cuya derecha está la antigua Universidad, y subimos con el coche por la calle principal, llamada del Cardenal Mendoza. Hace cuesta y desemboca en la Catedral. Es el momento de encontrar aparcamiento, bien antes de llegar a la inmediata plaza Mayor o bien pasado el arco de la "puerta del toril". Otra posibilidad es aparcar alrededor del paseo de La Alameda, al que se puede llegar cuesta abajo desde la catedral por la calle Medina. En todo caso, habrá que ir a este paseo para visitar la oficina municipal de turismo que está en la ermita del Humilladero, y proveerse un mapa y horarios de visita. Evidentemente, esto no es necesario si lo tuviéramos impreso desde la dirección http://www.siguenza.com/ .
No visitamos ahora la catedral, pues es cuando lo hacen las excursiones que vienen en autocar. Ya que estas siguen luego hacia Atienza u otros lugares, y como el día es largo, la veremos por la tarde. En todo caso conviene comprobar los horarios de tarde de las visitas guiadas, que salen de la capilla del Doncel, fácilmente localizable en el brazo derecho del crucero.
Junto a la puerta lateral de la Catedral está la plaza Mayor con el Ayuntamiento. Allí empieza la Calle Mayor con sus tiendas, por la que se podría subir al castillo, convertido en moderno Parador de Turismo. También podemos cruzar bajo el arco del toril para ver el ábside de la catedral. Pero ahora nuestro primer destino es el Museo Diocesano, en la plaza del obispo Bernardo frente a la catedral. Finalizada su reforma, puede visitarse cómodamente. Aunque para gustos pintan colores, yo destacaría de este museo los arcos mudéjares del siglo XIV en la entrada, la “Inmaculada Niña” de Zurbarán y unas estatuas góticas de Adán y Eva. Es un museo de visita obligada.
Seguimos cuesta abajo por la calle principal, llamada calle del Cardenal Mendoza. En sus tiendas y las de la calle del Humilladero (al final, bajando a la derecha) se puede comprar lo que quieras, desde repuestos para la maquina de afeitar, comida variada, un facsímil de un libro-cartilla para madres con bebés lactantes de hace cuarenta años u objetos decorativos. Es la calle del comercio. Desde su final se puede ver un gran edificio a la derecha, que hoy es residencia del Obispo pero que fue desde el siglo XVII el edificio fue sede central de la Universidad de Sigüenza, fundada en el siglo XV por el Cardenal Mendoza. Evidentemente, podemos visitarla.
Pero también podemos girar a la izquierda por la calle de la Yedra y empezar a callejear cuesta arriba por el casco viejo. Veremos alguna casona en mal estado, pero otras están reconstruyéndose. En general, el casco antiguo de Sigüenza esta conservado en buen estado y sin obras modernas que desvirtúen su aspecto exterior medieval. Si seguimos cuesta arriba llegaremos a la esquina de la callecita del Hospital de San Mateo con la calle de la Esperanza. El Hospital, albergue de enfermos e indigentes, tuvo un bello patio y una excelente botica, destruida en un bombardeo en la Guerra Civil. Se ha integrado el patio en una residencia de personas mayores.
Siempre cuesta arriba, por una u otra calle, se cruza la "Travesaña Baja" y se llega a la "Travesaña Alta". Si hemos subido por la calle de San Vicente, nos encontraremos enfrente de la iglesia de San Vicente. Nosotros la vimos cerrada y solo contemplamos su portada románica del siglo XII. En la misma "Travesaña Alta", hacia el este a pocos metros está la llamada "Casa del Doncel", bella casa gótica con escudos y almenas en una pequeña plaza. Estaba en restauración para ser sede de cursos universitarios de verano. Allí vivió "el Doncel" algunos años de su vida.
Retrocediendo de nuevo a la iglesia de San Vicente, seguimos por la Travesaña Alta hacia la plazuela de la Cárcel, vemos la casa consistorial y un bar que sería de obligada visita nocturna. Siguiendo un poco más, se llega al arco de la puerta de Hierro de la antigua muralla. Enfrente, tras una casa, está la calle de la sinagoga. Desde la puerta de Hierro, tomando dirección cuesta arriba, llegaremos hasta el castillo situado en lo alto, que fuera residencia de los obispos y ahora está reconstruido como Parador Nacional.
Es un lugar envidiable. Hay buenas vistas desde su alrededor y se puede visitar su patio. Las veces que he comido aquí, he podido aguardar en una fresca cafetería, inmediata al comedor, a que pasaran las horas de fuerte calor veraniego conversando y mirando el patio antes de volver a visitar Sigüenza. Hoy no paramos aquí a comer. Bajamos por la calle Mayor hacia la catedral, no hay pérdida.
Dejamos la iglesia románica de Santiago con sus exornados arcos en la portada al lado derecho de la calle, y podemos parar en las tiendas de objetos decorativos y recuerdos, si lo deseamos. Vemos enfrente la vista del lateral de la catedral y el rosetón. Nos proponemos comer la comida que traemos, ya vamos teniendo ganas. Una posibilidad es bajar de la catedral a la Alameda, un paseo arbolado "para solaz de los pobres" que creó el obispo Bejarano. A un extremo está la ermita del Humilladero y a otro el convento de Ursulinas. Pero el tiempo parece que ha mejorado y por ello cogemos los coches para salir en la dirección de Atienza por la carretera que, desde la Alameda, cruza el río Henares, pasa ante la estación de tren y el cuartel de la Guardia Civil.
Vamos a ir a la villa de Palazuelos, a siete kilómetros de Sigüenza. Hoy es pedanía de Sigüenza y se llega a ella desviándose a la izquierda desde la mencionada carretera a Atienza. Es fácil llegar, tanto por la señalización como porque se ve desde la carretera su silueta de villa amurallada, como Ávila, que le ha permitido permanecer con una imagen totalmente medieval. Lo que no es fácil es entrar con el coche por la puerta de la muralla, pues esta en zig-zag para facilitar su defensa. Aparcamos sin problemas en la plaza frente al antiguo ayuntamiento.
Como solo unos escasos rayos de sol asomaban entre las nubes, no nos fuimos hasta la alameda de Palazuelos, dónde nos dijeron que había instaladas unas mesas formando un merendero. Comimos en la plaza pues hay unos bancos, una fuente con agua, algún árbol y unos juegos infantiles para entretener a nuestros hijos. La plaza tiene una picota reconstruida.
Como solo unos escasos rayos de sol asomaban entre las nubes, no nos fuimos hasta la alameda de Palazuelos, dónde nos dijeron que había instaladas unas mesas formando un merendero. Comimos en la plaza pues hay unos bancos, una fuente con agua, algún árbol y unos juegos infantiles para entretener a nuestros hijos. La plaza tiene una picota reconstruida.
Tras comer, subimos para ver el cercano castillo, construido entre 1450 y 1460 por el famoso marqués de Santillana. Ha sido reconstruido como moderna vivienda siguiendo la norma de que debe de ser perfectamente diferenciable, en forma y materiales, la parte antigua de la moderna. La villa esta completamente rodeada por sus murallas, sin resquicio alguno salvo las puertas. Por una calle llegamos a la iglesia parroquial de San Juan, que tiene una portada románica muy sencilla, y a una fuente-abrevadero en la calle principal, por la que volvemos a la plaza mayor.
Con el coche estamos a escasos kilómetros de Carabias, situada al oeste y con una excelente iglesia románica rural con pórtico. Pero nuestros compañeros han visto iglesias románicas antes, pero ninguno, ni los niños, ha visto nunca unas salinas, así que elegimos volver a la carretera que va a Atienza y seguir adelante una quincena de kilómetros hasta las salinas de Imón, en el río Salado. Imón es ahora otra pedanía de Sigüenza. Las salinas han estado en explotación desde la Edad Media y fueron fuente de riqueza para el obispo. Junto a ellas podemos ver un conjunto de almacenes situados en su zona central, y una serie de pequeños edificios de norias de madera, recocederos y albercas. Todo el complejo arquitectónico es de finales del siglo XVIII y está en total abandono. Los almacenes de San Pedro, San José y San Antonio son obras de arquitectura popular con una entreplanta construida sobre viguería de madera. Gracias al ambiente salino se conserva bien la madera. Los niños disfrutaron corriendo entre los estanques.
José Luis García de Paz . para Arriaca
...Sigüenza, ¿por qué te hablaron
de arados y de trillar,
si tienes sueños de brújula
bajo la estrella polar?
¡Sigüenza, puerto sin agua
con tu Doncel-capitán
leyendo un libro de náutica
bajo plomado cristal!
Si algún día pinto mi mapa
te pondré en el litoral
Agustín de Foxá
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